La pulpitis es un proceso inflamatorio que afecta a la pulpa del diente, que es el tejido blando que contiene los nervios y los vasos sanguíneos.
Las causas de esta afección pueden ser: caries, infecciones, fracturas de la corona o raíz del diente. E incluso por la acción de algunos materiales que se utilizan en los tratamientos dentales.
* Reversible o hiperemia dental: es un cuadro suave o moderado con capacidad de recuperación de la pulpa. Puede ser asintomática o dar lugar a un dolor no localizado, que cede tras aplicar y retirar un estímulo nocivo. Puede manifestarse vasodilatación, congestión, estasia, trombosis, aglomeración de leucocitos dentro de los vasos sanguíneos, edema, ruptura de los vasos y hemorragia local.
– Tratamiento: eliminar el factor causal, por ejemplo extirpación de una caries. Y tratar con antibióticos para reducir la infección y enjuagues de Clorhexidina. Una vez eliminado el factor causal la pulpa vuelve a su situación de normalidad.
* Irreversible: la inflamación persiste debido a las bacterias o sustancias tóxicas de degradación, generalmente se debe a una pulpitis reversible sin tratar. Se caracteriza por la aparición de dolor de forma espontánea, sin ser provocada directamente por un estímulo nocivo. Produce un edema intersticial que va a incrementar la presión intrapulpar, comprimiendo las fibras nerviosas, y dando lugar a un dolor muy intenso, espontáneo y provocado.
– Tratamiento: antibióticos para eliminar la infección, analgésicos o antiinflamatorios no esteroideos para tratar la inflamación y endodoncia o extracción dental total.
Si no se trata a tiempo puede desembocar en una necrosis de la pulpa, como consecuencia de la degeneración del tejido por falta de riego sanguíneo.